viernes, 26 de marzo de 2010

Las Ventas City, Ohio

Es una broma del destino. Bien lo parece. La rotundidad plana de los carteles de la próxima feria de San Isidro, que se avecina en nuestro inseguro panorama torero, se asemeja a la rugosidad de un canto rodado. Algo así como nada. Una programación festiva propia, quizá, de algún punto geográfico remoto -por antojadizo e indiferente- a la urgencia de argumentos toreros firmes. Por ejemplo, Ohio. Con perdón, por los posibles, o futuros, aventureros en inquietudes taurinas del sitio en cuestión, que como se intuye tampoco discriminan a nadie. Con la que está cayendo -y la que vendrá- se hace urgente una acometida en firme para preservar los valores auténticos de la esencia taurómaca, una contundencia para actuar de manera consecuente en la defensa de la fiesta del mundo de los toros, en fortalecer sus entrañas para hacerlas longevas, en acariciar la verdad para mostrarla insuperable, en no precipitar el dichoso canto rodado a las profundas aguas del río para que se haga imposible alargar la mano que lo devuelva a la ribera. Pero aquí no hay barandilla donde asirse, no hay superhéroe a la vista, no hay otras torrenteras habitables y no hay vergüenza torera.
Esto es Ohio. Bien lo parece. Los profesionales que han gestionado, programado, bendecido e implementado este acontecimiento para el fortalecimiento de nuestras almas toreras se merecen un cantazo, quiero decir, que les canten las verdades, vaya. La primera realidad podría ser afearles la conducta, porque destacan nuestros verdaderos protagonistas en usar con vehemencia eso de implementar (ya saben, de Implement City). Un referente muy de moda, por cierto. Las almas bien intencionadas queremos pensar que se refieren a poner en ejecución algo. Por ejemplo: implementemos los Presupuestos Generales, implementemos las vacaciones veraniegas, implementemos un amor fresco, implementemos la hipoteca, implementemos la ganadería extensiva, implementemos la crianza del cangrejo autóctono, implementemos una feria de toros para Madrid, implementemos lo que nos parezca. Implementemos. Es caso es implementar. Y mucho. La trama es que algo se ejecute. Lo que sea. El cómo da un poco igual, la verdad. No hay que preocuparse mucho en esta cuestión, pues este secreto rinconcito remoto se ha convertido sobradamente en referente mundial porque sus planes de desarrollo son exportables cien por cien. Son algo más que rápidos, arañan los últimos beneficios posibles, las cuentas de resultados se falsean y se hacen piruetas pintureas, muy posadas y afectadas, de cara a la galería, justificadas por supuesto, para después pedir respeto para esta modalidad y sus interpretadores. Todo un reto para los economistas de antaño.
Esto es Implement City Las Ventas. Bien lo es, así lo han consumado. Aunque tengo mis dudas si en algún momento el destino jugó una mala pasada. Quizá, se confundieron los términos, y se escogió implementar, cuando en realidad se buscaba implicar. Y pienso en el mundo tan diferente que hubiera sido este destino soñado. Se imaginan a la verdadera afición que vuelve por sus fueros, convencida de un impulso verdadero, conmovida con un derroche de entusiasmo, arrebatada entre tanto talento, deseosa de perdonar todas las infidelidades, entendedora del complejo mundo y de sus peligros acechantes, dispuesta al trabajo duro, a las tardes de sol, a las noches en vela, y animosa paseando su alma torera.
¡Zas! (Al suelo)
- Despierta, mañaaaaaa. ¡Vaya cantazo que nos han dao!

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