miércoles, 20 de octubre de 2010

Más reuniones de 'alto' nivel

De talanqueras a plazas de primera,
o ¿al revés?
Los despachos políticos se han convertido de golpe y porrazo de talanqueras a plazas de primera categoría. Los diestros de más tronío del panorama taurino y el ganadero titular -que aglutina cortésmente al estamento- se enfrentan a una lidia arriesgada, a una fiera a la que hay que cambiar los terrenos, con muchos recursos defensivos, sin completa entrega, sin pases rotundos, sin rematar la profundidad y sin convencer a un público difícil (aficionados recelosos) que ven en esta parafernalia postinera gato y no liebre.
Fueron al Ministerio de Cultura oliendo bien, pareciendo actores consagrados. La jefa dijo: “Gracias, por vuestra visita. Encantada de tantos piropos. Pero, antes de comulgar hay que confesarse, chicos, y cuando estéis limpios de pecadillos tendréis la absolución, claro. Yo, encantada.” Y estos hombres buscaron al sumo sacerdote. Reunión urgente con el Ministro de Interior Pérez-Rubalcaba. Lo encontraron rápido. Pasó por alto el examen de conciencia, del dolor de corazón ni se planteó, y las faltas ya se las imaginaba. Les dijo: “Podéis ir en paz hijos míos y llevad el amor a nuestros enemigos. No os preocupéis que lo que esté en mi mano se solucionará.”.
Los penitentes llevaban el miedo en el cuerpo. Parecía tener claro que el padre confesor era despótico, poco amigo de perdones, falto de amor, injusto en las frivolidades ajenas y se encontraron con un padre prior resuelto al perdón para los restos. Definitivo sí, pero no sin penitencia: difundir la buena nueva. Los siete magníficos (en realidad, ocho) salían de allí convertidos en predicadores del amor, la concordia, el buenísmo perdido.
Y llegamos hasta el día de hoy. Los amigos del ala popular hasta hace unos días, -los mismos que les ofrecían sacos de arena para contener la riada antitaurina y prohibicionista que venía del norte peninsular; los mismos que intentaban aguantar las paredes del embalse con resortes macizos; los mismos que habían abanderado las protestas, los mismos que habían dicho con muchos celos “yo también quiero reunión por lo alto”- recibían una reprimenda a lo singular.
Resulta que los matadores de toros han trasmitido a la segunda parte que para poder estar con la primera parte –la parte contratante- pueden seguir colocando ladrillos que soporten el muro, pero de buen rollito. Es decir, que pueden poner recursos de inconstitucionalidad a la prohibición en Cataluña si quieren (algo que hace poco tiempo demandaban los representantes del estamento taurino ardientemente); que no es mala idea la declaración de Bien de Interés Cultural a las corridas de toros (única solución e idea muy ingeniosa para contrarrestar los poderes antitaurinos); que los populares trabajen en las comunidades autonómicas para que sus parlamentos blinden la Fiesta (evidentemente es una cosa de políticos y sus responsabilidades); pero, por favor, que sean y son buenos chicos, pues el Partido Popular se ha comprometido a trabajar "para llegar a un consenso en la defensa de la Fiesta con el PSOE".
Un clásico diría: “Mi no entender, o sea”
¿Todo este torero de salón está premeditado? ¿Qué se espera de estos capotazos al aire? ¿De qué va la contrarreforma? ¿Cuál es el peaje? ¿Qué se va a negociar? ¿Qué ley se va a pasar por alto? ¿Qué ley se va a pasar por bajo?
Lo que sí tiene gracia es el momento elegido para estas representaciones mediáticas. Precisamente, la reunión de los toreros con el Ministro Rubalcaba tenía lugar durante el rescate de los mineros desde las profundidades del desierto de Atacama, un hecho que concentró la atención de más de mil millones de seres humanos -una cifra muy superior al seguimiento de la final del Campeonato Mundial de Fútbol- y ninguna a esta parodia mercantilista y de salvamento propio. La reunión con la otra parte –durante el encuentro del día de hoy con los altos representantes del Partido Popular- se producía dos terremotos informativos nacionales y encadenados; los cambios ministeriales anunciados por el presidente del Gobierno Rodríguez Zapatero y la aprobación de los polémicos y contributivos Presupuestos Generales del Estado. Los medios no daban abasto. Y dejaron sin atención mediática a los protagonistas, resignados a su buena suerte, a su planta mediadora, a su talante conciliador, a sus dotes de artistas haciendo una visita -acompañados por García Escudero- por algunas de las salas del edificio antiguo del palacio del Senado, entre ellas, su biblioteca, localizada en un antiguo claustro y decorada con elementos de fundición de estilo gótico.

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